Matarse lentamente.

Sigo arrojando sueños por el precipicio,
y sigo caminando como si no tuviera nada que perder.
Estoy cambiando y a veces ni me reconozco,
me dejo llevar aún cuando sé que debería parar, pensar y retroceder.

No hay paracaídas para frenar el impacto,
ya no quedan héroes porque no hay princesas que salvar.
Miro a mi alrededor y sólo veo hienas,
que buscan y se ríen de la mala suerte de los demás.

¿Lo sorprendente? que se diga lo que se piense,
se haga lo que se promete y que así perdure lo que uno quiere.
Pero el miedo es más fuerte que la realidad,
y nos deja a los cobardes sin nada a lo que poder aferrarnos en una sociedad que sólo decae.

Asumo que mi cabeza es un bucle de contradicciones,
y que lo que espero no es más que una ilusión errónea de lo que quiero.
Pero soy honesta y siempre voy con el corazón a cuestas,
aunque sigo con la incógnita de si querer o no quererte.


Así que hago lo que puedo:
fumo y bebo, fumo y bebo.

Matarse lentamente puede tener su encanto,
después de todo.



Un par de lágrimas por ti.

Hoy soñé contigo, y al despertarme de vuelta a este infierno, no pude evitar derramar un par de lágrimas por ti. 
Pocas, sí, pero juro que directas desde el corazón.

Te extraño tanto que dudo que llegues ni a imaginártelo. Tú eras mi héroe, un segundo padre para mí... y de verdad que lo intento pero aún no logro comprender por qué te fuiste de esa manera.

Recuerdo todas esas canciones que me cantabas de pequeña, las tardes en la piscina, las noches en el cine y aquellos viajes en coche en los que me contabas historias de piratas, y no de esas princesas que tanta rabia me daban. 
Pero sobre todo, recuerdo toda esa cultura y valores que me inculcaste y que a día de hoy, inevitablemente siguen formando parte de mi.

Gracias, por esa ternura y paciencia infinita durante tantos años, por quererme como si fuera tu propia hija, por animarme a seguir siempre mis sueños sin permitir que nadie se atreviera a decidir por mi.
Creías en mi aún cuando yo no era capaz de hacerlo, aunque ahora me arda el corazón al pensar que después de todo aquello, ya no quisiste volver a saber nada de mi y que probablemente, jamás verás a la mujer en la que poco a poco me estoy convirtiendo.

¿Dónde estás?. En serio, ¿dónde?. 
No sé nada de tu vida, desapareciste de la noche a la mañana y ni siquiera tuviste el valor de despedirte. Sé que la decisión no fue tuya, sé que fue difícil pero también lo fue para ella, y créeme si te digo que nunca a vuelto a ser la misma desde entonces.

Cómo duele ver que se rompen lazos que considerabas invencibles, pero supongo que la vida es así, con sus giros inesperados. Pero nadie piensa nunca en los daños colaterales.

Por lo poco que pude descubrir, sé que ahora tienes una nueva familia, una nueva vida lejos de todo aquello que no supisteis afrontar. Es imposible saber si volveré a verte, y créeme que lo he pensado muchas veces, pero por favor...si algún día el destino tiene el valor de encontrarnos, sé valiente y no vuelvas a pasar de largo.

Sólo me queda decirte que, hagas lo que hagas, espero que siempre recuerdes a esa pequeña niña rubia y despeinada que te quería con todo su ser. Porque yo jamás voy a olvidarte.

Sé feliz, estés donde estés.




Grietas.


No recuerdo en que momento me torcí,
soñando con los bosques de Redwood
me busco entre las grietas ocultas de los árboles
por las que fluctúan el tiempo que ya perdí.

Cada vez más rota por dentro,
luchando por sostener los fragmentos que me quedan
me queman la entrañas
en las que moran aún sus restos.

Lo reconozco: estoy vacía,
apenas siento y si llego a conseguirlo
olvido rápido los momentos en los que albergo
la esperanza de querer seguir con este sin sentido.

De estación en estación,
mirando de lejos a la melancolía
ando por las vías en busca de besos prohibidos
que me permitan resurgir de las cenizas.

Créeme si te digo que no quiero retenerte,
soy nómada como el viento
no tengo raíces pero aunque no sea gran cosa
jamás llegaré a ser como el resto.

Mis ideales grabados a fuego,
me recuerdan por qué sigo aquí
pero mientras las heridas cicatricen
seguiré sumergida en el caos que hay en mí.

Perdóname hermano por el error que cometí,
no tengo miedo a la caída
pero es este abismo en el que habito
lo que me oculta la salida.

Voy encontrando razones para seguir,
y aunque me invadan los demonios
en mis noches de insomnio
la muerte retrocede cada vez que las imploro.





Ruinas.


Mi reino se desmorona,
me faltan fuerzas y la rutina me ata la soga.
La cabeza me explota,
las dudas me aprisionan y la almohada es la única que me arropa.

No suelo esperar nada,
tan sólo la ausencia de ciertas personas.
“Nunca te aferres a nadie, sólo a ti mismo”
fue lo último que alguien sensato me dijo.

Noches de insomnio que no terminan,
al menos la guitarra me hace compañía.
Y pensar que fue solo hace unos días,
cuando estaba allí con mi familia…

No tengo muchos amigos,
pero tengo a los mejores.
Respecto al amor no tengo prisa,
cansada de falsas ilusiones prefiero irme de birras.

Ya me fallé a mi misma por un desgraciado,
que vuelve a deshoras para hacerme daño.
Que ya no te quiero, ¿lo entiendes?
te sufrí tanto que me has desgastado.

¿Sabes? Suelo fumar de madrugada,
y asomada a mi ventana a veces recuerdo cómo me abrazabas.
Pero no te preocupes,
lo voy olvidando calada tras calada.

Aún así aquí estoy,
aprendiendo a ser más mala y empezando a quererme.
No sé a donde iré ni si alguien me espera,
pero que se queden los que me valoran…
los que día a día me vais desatando la soga.


Él.


Supongo que esto es así, te pasas años sin querer saber nada sobre el amor y de repente te encuentras a la 1:45 de la madrugada escuchando canciones, que si te descuidas, pueden causarte hasta diabetes.

Lo peor es que con esto de los veintitantos ya de nada sirve el autoengaño, así que sonrío para mis adentros y me dejo llevar. No es amor, pero que más da...es aún mejor.
Sólo sé que quiero sentir, y que cuando estoy con él todo es más fácil. No sé si esto durará mucho pero tampoco me importa, me gusta así, libre e independiente.

Puede que me equivoque y que yo sólo sea su pasatiempo, ya ves...tengo la manía de ponerme siempre en el peor de los casos. Pero no me culpo, tengo mis razones y la desconfianza es sin duda mi mayor enemiga.

Mientras tanto aquí estoy, escribiendo textos mediocres preguntándome si algún día volveré a ver el mundo como un lugar en el que merezca la pena vivir. Pero hasta que lo averigüe, seguiré con la cabeza bien alta, luchando por los que quiero y dejando a un lado los problemas innecesarios.

Ya esta bien de arrastrar tanta mierda del pasado, simplemente me he cansado. Buscaré y cuidaré lo que me haga feliz, pero tampoco lloraré si alguien decide apartarse de mi lado. Y es que si la vida es un cambio constante, habrá que adaptarse.

Y bueno en cuanto a él, simplemente quiero que esté bien, porque me encanta y quiero que me siga encantando. Porque ya sea conmigo o sin mi, se merece ser feliz. Se merece todo porque aunque sólo fuese por una noche, me hizo sonreír.


Conscientemente.


Quiero desaparecer para dejar de estar perdida. Y si me dejas, fundirme contigo hasta licuar el metal oxidado de mis venas.
Desnudarme y quitarme todos esos recuerdos que tapan mis ganas, para olvidarme de tanta basura civilizada.

Quiero destruir los pilares impuestos que limitan nuestra existencia. Y si te apetece, acompáñame a buscarnos en el jardín de los sueños olvidados.
Vestirme con mis ideas y no de protocolos que nadie entiende, para que los retrógrados se avergüencen de lo que no comprenden.

Quiero envejecer con locura para dejar de ser otra cuerda demente. Y juro por mi muerte, que la vida no podrá conmigo.




Zombies refinados.

De causas desconocidas construimos una vida.

De sueños impuestos caminamos convencidos.

De metas inciertas actuamos a ciegas.

De amores inventados nos colocamos.

De mentes podridas nos alimentamos.

De sonrisas fingidas nos desgastamos.

De amistades vacías nos regodeamos.

De actos cobardes nos postramos.

De ilusiones imposibles vivimos encarcelados.