Un par de lágrimas por ti.

Hoy soñé contigo, y al despertarme de vuelta a este infierno, no pude evitar derramar un par de lágrimas por ti. 
Pocas, sí, pero juro que directas desde el corazón.

Te extraño tanto que dudo que llegues ni a imaginártelo. Tú eras mi héroe, un segundo padre para mí... y de verdad que lo intento pero aún no logro comprender por qué te fuiste de esa manera.

Recuerdo todas esas canciones que me cantabas de pequeña, las tardes en la piscina, las noches en el cine y aquellos viajes en coche en los que me contabas historias de piratas, y no de esas princesas que tanta rabia me daban. 
Pero sobre todo, recuerdo toda esa cultura y valores que me inculcaste y que a día de hoy, inevitablemente siguen formando parte de mi.

Gracias, por esa ternura y paciencia infinita durante tantos años, por quererme como si fuera tu propia hija, por animarme a seguir siempre mis sueños sin permitir que nadie se atreviera a decidir por mi.
Creías en mi aún cuando yo no era capaz de hacerlo, aunque ahora me arda el corazón al pensar que después de todo aquello, ya no quisiste volver a saber nada de mi y que probablemente, jamás verás a la mujer en la que poco a poco me estoy convirtiendo.

¿Dónde estás?. En serio, ¿dónde?. 
No sé nada de tu vida, desapareciste de la noche a la mañana y ni siquiera tuviste el valor de despedirte. Sé que la decisión no fue tuya, sé que fue difícil pero también lo fue para ella, y créeme si te digo que nunca a vuelto a ser la misma desde entonces.

Cómo duele ver que se rompen lazos que considerabas invencibles, pero supongo que la vida es así, con sus giros inesperados. Pero nadie piensa nunca en los daños colaterales.

Por lo poco que pude descubrir, sé que ahora tienes una nueva familia, una nueva vida lejos de todo aquello que no supisteis afrontar. Es imposible saber si volveré a verte, y créeme que lo he pensado muchas veces, pero por favor...si algún día el destino tiene el valor de encontrarnos, sé valiente y no vuelvas a pasar de largo.

Sólo me queda decirte que, hagas lo que hagas, espero que siempre recuerdes a esa pequeña niña rubia y despeinada que te quería con todo su ser. Porque yo jamás voy a olvidarte.

Sé feliz, estés donde estés.




Grietas.


No recuerdo en que momento me torcí,
soñando con los bosques de Redwood
me busco entre las grietas ocultas de los árboles
por las que fluctúan el tiempo que ya perdí.

Cada vez más rota por dentro,
luchando por sostener los fragmentos que me quedan
me queman la entrañas
en las que moran aún sus restos.

Lo reconozco: estoy vacía,
apenas siento y si llego a conseguirlo
olvido rápido los momentos en los que albergo
la esperanza de querer seguir con este sin sentido.

De estación en estación,
mirando de lejos a la melancolía
ando por las vías en busca de besos prohibidos
que me permitan resurgir de las cenizas.

Créeme si te digo que no quiero retenerte,
soy nómada como el viento
no tengo raíces pero aunque no sea gran cosa
jamás llegaré a ser como el resto.

Mis ideales grabados a fuego,
me recuerdan por qué sigo aquí
pero mientras las heridas cicatricen
seguiré sumergida en el caos que hay en mí.

Perdóname hermano por el error que cometí,
no tengo miedo a la caída
pero es este abismo en el que habito
lo que me oculta la salida.

Voy encontrando razones para seguir,
y aunque me invadan los demonios
en mis noches de insomnio
la muerte retrocede cada vez que las imploro.